La humanidad no está diseñada para permanecer encerrada, sino que necesita del contacto con la naturaleza, con el sol, con el aire y moverse en el medio ambiente, pues los cuerpos físicos requieren que se ejerciten y se mantengan activos, para no atrofiarse. Los cambios que pueden ocasionarse en un ser humano a causa del encierro de varios meses, son realmente asombrosos y muy perjudiciales, al punto en que podría costar la misma vida. Veamos lo que le pasa a la gente cuando permanece encerrada:
Serias deficiencias en la vitamina D
Si por alguna razón una persona debiera quedarse encerrado el interior de su vivienda, durante varias semanas o meses, los científicos han señalado que se enfermaría por un déficit considerable en la vitamina D que proviene del sol. Según los expertos, un ser humano debe tomar el sol por lo menos media hora diaria. Grandes bolsas debajo de los ojos se van formando en el encierro y otros problemas en la piel.
Problemas de circulación, digestión y sobrepeso
Con las tareas del diario vivir, las personas efectúan ejercicio físico accidental. Es decir, mientras nos desplazamos de un lugar a otro caminando, cargando cosas, etc, el cuerpo va moviéndose y a su vez, activando y regulando el sistema circulatorio y digestivo.
De acuerdo con los médicos, el cuerpo no procesa los alimentos correctamente cuando luego de comer se queda inactivo por un buen tiempo o mucho peor, acostado. Un paseo de 20 minutos luego de una buena comida, estimula y fortalece la buena digestión. Pero si por alguna situación de fuerza mayor se debe permanecer encerrado, es urgente practicar una rutina de ejercicios o de lo contrario, el sobrepeso y las enfermedades gastrointestinales serían casi inevitables, han advertido durante todos estos años, los profesionales de la medicina.
Depresión, estrés, ansiedad, mal humor, pereza desbordada y mucho más
No solamente problemas físicos se desbordan a raíz de un confinamiento obligado, sino que además toda una serie de desequilibrios psicológicos, advierten los más avezados en ese campo.
Un solo día de confinamiento, para muchas personas suele significar una terrible depresión. Este síntoma también está muy relacionado con la falta de la vitamina D y de tomar el aire, el sol y caminar. Ni qué hablar de los deportistas, especialmente quienes practican el atletismo y corren todos los días. Si llegaran a someterse al encierro de varios meses, no sólo sufrirían sus cuerpos, sino también se ven muy afectados mentalmente. De hecho, muchos suicidios se han producido en personas que se les coarta de la libertad dentro de sus propias casas o en una prisión.
Esto implica demasiados aspectos en la vida de un solo ser humano y obviamente, en la de toda la sociedad. Por ejemplo, para varios de aquellos que viven totalmente solos, hogares formados por un solo individuo, al verse forzados a quedarse semanas completas en sus domicilios, significaría graves cuadros depresivos y otros desórdenes psicofísicos. Los problemas intrafamiliares se registran en un incremento impresionante. La cosa se agrava si se trata de un adulto mayor.
Los síntomas son muy claros: ansiedad, depresión, sensación de soledad y angustia, zozobra, dificultad para dormir y desequilibrios en el sueño, así como un desgane o pereza extrema que conduce concatenada mente a los otros males.
En realidad, lo único que se puede hacer en un caso extremo en el que no haya más opción que quedarse dentro de casa o en un interior sí o sí, es disminuir toda esta abrumante cantidad de perjuicios en todos los aspectos integrales de un ser humano.
Las rutinas de ejercicios, escogiendo las adecuadas para cada edad y condición, resultan formidables, pero se deben ejecutar con disciplina diaria. Así como aprender y practicar técnicas psicofísicas como la meditación y el yoga, que no sólo produce beneficios físicos, sino mentales y espirituales, independientemente del credo que se profese. Inclusive, la oración, la lectura, el arte, el estudio, son alternativas fabulosas para casos similares.
Un equipo de científicos que forman parte del grupo de investigación del Instituto de Tecnología de California, ha realizado varios experimentos en ratones, aislándolos de los de su especie. Al final, hallaron que en sus cerebros había una sustancia que los hacía sumamente agresivos y temerosos. El trabajo se publicó en la revista “Cell” y se llegó a conclusión que de igual manera o peor, sucede con los seres humanos.
Si se confinara a toda la sociedad y si a esto le sumamos el miedo que continuamente inyectan los medios informativos masivos y a la cantidad de horas, días y semanas que las personas se verían de algún modo obligados a pasar confinados frente a las pantallas donde les lanzan toda clase de noticias impactantes y estratégicamente diseñadas para causar pánico, las cifras de dramas, tragedias, enfermedades, muertes y suicidios serían como jamás en la historia, han aseverado desde sociólogos, biólogos, psicólogos y expertos en medicina.
Esto, sin nombrar el miedo, la frustración, el hambre, la ansiedad, el estrés y la angustia que puedan llegar a sentir quienes en medio del confinamiento, carecen de comida y de las cosas necesarias para subsistir, lo cual es el caso de miles de millones de familias en el mundo. Comerciantes que viven del diario y que de repente se les encierre, sin la posibilidad de trabajar y obtener recursos. Los días pasan y en esos casos, las necesidades enloquecen peor a los confinados.
Muchas otras investigaciones y experimentos se han llevado a cabo sobre este particular, dentro de los cuales se resaltan los que afirman que ante un aislamiento crónico, dentro de un ser humano se aumente la producción del cortisol, derivado del estrés y del miedo, una sustancia que atrofia gravemente órganos, tejidos y todo el organismo, al punto hasta de producir cáncer y el deceso.
El profesor Moriel Zelikowsky, uno de los científicos líderes en estas investigaciones, explica que:
“Tradicionalmente nos centramos en los sistemas de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que circulan ampliamente por el cerebro. La manipulación de estos sistemas en general puede provocar efectos secundarios no deseados.”
Asegura, señalando además, que obligar a permanecer encerradas a personas que padecen claustrofobia, pudiera considerarse como un ataque directo a sus vidas.